sábado, 23 de agosto de 2014

CASTRO: EL TUERTO DEJÓ DE SER EL REY.


Esta es una historia ficticia, cualquier semejanza con la realidad de la capital provincial de Chiloé, es una simpática coincidencia.

Erase una vez una comarca ubicada en una hermosa isla sureña al sur del mundo, cuyo nombre es Castro. Este hermoso lugar tenía un sistema de gobierno monárquico y era gobernada por un rey llamado Nelson I,   más conocido como "El Rey Tuerto". Nelson I era un monarca que estaba sentado en su trono casi un cuarto de siglo y el pueblo lo aceptaba, otros se resignaban y a otros más reducidos, les convenía pues obtenían beneficios.

Llamaba la atención de esta comarca, que  todos sus habitantes eran ciegos y el único que tenía un ojo que le permitía mirar era el Rey Nelson I; por esta razón los comarcanos confiaba en él y en el buen manejo del territorio gobernado, además que como dice el dicho "en el país de los ciegos, el tuerto es rey" y en Castro se aplicaba esa ley.

Todo iba bien en esta comarca, la gente se levantaba temprano a cumplir sus labores, eran obediente, sumisos y acataba todo lo que se decretaba desde el castillo monárquico. Todo esto permitía que el rey Tuerto, que se caracterizaba por ser excesivamente egocéntrico, viviera tranquilo y muy relajado, demasiado relajado... y gobernaba sin contratiempo haciendo y deshaciendo a su antojo lo que él quería sobre la comarca.

UNA noche, cuando la comarca dormía, cayó un rayo bendito desde el cielo que alumbró toda la oscura noche, los pocos que se dieron cuenta, solo atinaron a darse vuelta para el otro lado de la cama y siguieron durmiendo. Al día siguiente, ocurrió un milagro: los plebeyos de la comarca del rey tuerto recuperaron totalmente la visión, ya no eran ciegos, podían utilizar el sentido que le faltaba que era de la visión.

ERA un día bello, el sol alumbraba los verdes prados de Castro, había un bello arcoíris en el horizonte, la gente estaba feliz, se abrazaban, reían cantaban, la felicidad era plena en la gente. Pero no todo fue felicidad.

Con el transcurrir de las horas de aquel milagroso día, los plebeyos se dieron cuenta que no todo estaba bien en su comarca:

Entremedio de sus hogares había una inmensa mole de cemento que se imponía sobre cualquier construcción arquitectónica de la ciudad, incluyendo su iglesia. En dicha mole había un letrero que decía MALL DE CASTRO. Los plebeyos se indignaron por la ubicación y lo invasivo que era esa enorme estructura  yy fueron al castillo  pedirle explicación a su tuerto rey, el solo atinó a decir "YO NO FUI".

Por otro lado, los ciudadanos que vivían en el bordemar de la comarca vieron que había varada una tremenda ballena café en la orilla, se acercaron a verla y se dieron cuenta que había una tremenda insfraestructura de madera y cobre que estaba completamente dañada por la humedad y el paso del tiempo, había una placa que decía: MUSEO DE CASTRO. Los plebeyos se indignaron y fueron al castillo a pedirle explicación a su tuerto rey, el solo atinó a decir "YO NO FUI".

Unos pocos metros más allá, se encontraron con una construcción desierta, en donde había un letrero que decía: ACA SE LEVANTA LA FERIA YUMBEL, pero se dieron cuenta que los constructores habían abandonado la faena porque tuvo problemas con el Rey y sus asesores. Los plebeyos se indignaron y fueron al castillo a pedirle explicación a su tuerto rey, él solo atinó a decir "YO NO FUI".

Por otra parte, habían ciudadanos de la comarca que al recuperar la capacidad de visión, tomaron sus medios de movilización y se dirigieron a la zona céntrica. Dejaron sus moviles estacionados, cuando se acercó una persona con uniforme y depositó un papelito con una hora. Los ciudadanos fueron a recorrer su comuna al regresar en un lapso de 31 minutos, el personaje con el papelito se acerca y le pide que deben entregar más de $900 monedas ya que ahora se debe pagar por dejar sus vehículos estacionados en la comarca a un enviado del rey tuerto que venía de otra comarca lejana para enriqueserse. Los plebeyos se indignaron ya que consideraron que era muy elevado el monto a pagar y fueron al castillo a pedirle explicación a su Rey Tuerto, él solo atinó a decir "YO NO FUI".

Al final los habitantes de la comarca se dieron cuenta con sus propios ojos que mientras ellos no podía ver, el Rey de la Comarca había despilfarrado los tesoros del reino, había negociado con extranjeros patrimonios que eran propios de los ciudadanos de la comarca, como el derecho a estacionar y se dieron cuenta que el egocentrismo del Rey Tuerto no le permitía a él darse cuenta que era un ser humano que cometía muchos errores de gestión. Por eso la gente se cansó y pidió en las calles y en las urnas que el Rey Nelson I, terminara su largo reinado y le diera la oportunidad a otro monarca que sea más justo, menos tirano, más democrático y sobretodo que reine por los intereses de la comarca y no de los inescrupulosos extranjeros que solo quieren apoderarse de los recursos de los habitantes de Castro.

Y así volvió la alegría y la tranquilidad a la comarca de Castro, llegó el progreso y la meritocracia y los vecinos fueron felices para siempre. Mientras el ex rey Nelson I debe trabajar para poder subsistir luego de tantos años de vivir subsidiado por el sistema Monárquico.

Llama la atención que  esta historia se repite en otras comarcas muy similares a las de este cuento, si no miren este recorte de portada de un diario chilote:





COLORIN COLORADO ESTE CUENTO AÚN NO HA ACABADO.

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